23/01/2017
La Funcion del Hígado
Pero también compete al hígado la transformación de las grasas y su formación partiendo de los carbohidratos. Cuando la provisión de grasas es de permanente abundancia, el hígado queda sobrecargado y se hace adiposo: es el llamado hígado de la opulencia. Pero el hambre crónica provoca también un trastorno del hígado.
Además, el hígado es un órgano esencial de todo el contenido de agua y, por lo tanto, del metabolismo de la sal. Regula también la cantidad de hormonas, de manera que puede decir se justificadamente que el hígado es el órgano esencial de todo el metabolismo, y particularmente del asimilativo.
Ocupa una posición clave en el metabolismo de los hidratos de carbono. Con el azúcar, forma el glucógeno, que corresponde aproximadamente a la fécula vegetal.
Cuando el hígado está completamente sano, tiene riqueza de esta sustancia, que puede ofrecer al organismo, por ejemplo, en caso de sobrecarga. Pero sí el hígado está dañado, es poco el depósito de reserva y el cuerpo se agota con facilidad. Esta disminución de la capacidad de rendimiento puede manifestarse, por ejemplo, en un cansancio y prematuro agotamiento por la tarde o por la noche, antes de haber podido cumplir la tarea diaria.
Esto, en el anciano, es perfectamente natural, pues tiene que ver con la reducción del hígado, es decir, de la función vital. Pero si esta disminución del rendimiento se manifiesta en una persona de 40 años, significa una merma de la calidad de vida y de la capacidad de trabajo, a largo plazo, sino por toda la vida.
Cuando tal estado se produce poco a poco, no se nota al principio, explicándoselo quizá como sobrecarga profesional, por la mayor edad, por una gripe mal curada, y demás. Es un proceso que empieza a menudo por una hepatitis aguda. Si tiene una manifestación ostensible, como en la ictericia, se reconoce y puede tratarse con facilidad. Pero los casos más ligeros son precisamente los que pocas veces se descubren, en especial, cuando se presentan en época de vacaciones en un clima cálido, en el que se da más bien el peligro de infección con los virus correspondientes.
El paciente suele creer que se le ha estropeado el estómago o que "no ha descansado bien durante las vacaciones". Siempre hay explicaciones a mano. Si los trastornos persisten, va al médico..., que ya no ve nada, porque se ha mitigado el fenómeno que, de otro modo, habría podido mostrarse fácilmente en el laboratorio. Queda sólo la citada disminución de rendimiento, o sea, no una enfermedad verdadera, sino "únicamente" una debilidad del hígado, una merma de función, mucho más difícil de diagnosticar.
Pero es ésta precisamente la que, en caso de conducta inadecuada, puede persistir mucho tiempo, trasladándose a diversas zonas, como corresponde a la función universal del hígado.
http://www.alimentacion-sana.org/informaciones/novedades/higado1.htm